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Derechos Humanos

33 años de lucha contra las LGBTIfobias

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Por Antonio Medina Trejo *

A 33 años de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminara de sus catálogos médicos a la homosexualidad como una enfermedad mental, persiste la idea en sectores antiderechos de que las personas LGBT padecen “disforia de género” y que se pueden “curar” a través de terapias de conversión, retiros espirituales, en el diván de un psicólogo o encerrándolas en hospitales psiquiátricos.

Fue el 17 de mayo de 1990 cuando la OMS retiró a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, luego de que numerosos estudios científicos coincidieran en que ser homosexual, lejos de implicar una patología, es una variante más de la sexualidad humana.

La determinación de la OMS tuvo como contexto la lucha que desde los años 60 dieron colectivos de homosexuales, lesbianas, bisexuales y personas trans en los Estados Unidos y algunos países occidentales en contra de la violencia ejercida en distintos ámbitos de convivencia social y en instituciones públicas.

A más de 30 años del anuncio de la OMS, los avances legislativos son notables: 37 países han aprobado el matrimonio igualitario y en 97 naciones existen leyes que reconocen la identidad de género de las personas trans.

No obstante, 70 países del mundo aún criminalizan la homosexualidad y 7 de ellos la castigan con la muerte. En torno a la transexualidad, 13 naciones la rechazan en sus leyes y prevén la pena capital.

En este lapso, el movimiento LGBTI+ ha sustentado su lucha en la histórica determinación de la OMS y en la ratificación hecha por la ONU 14 años después, así como en los Principios de Yogyakarta, entendidos como una serie de preceptos en materia de derechos internacional que obliga a los países miembros a generar leyes y políticas públicas encaminadas a proteger y reconocer la orientación sexual y la identidad de género de las personas.

A pesar de esos buenos deseos y de los significativos avances, en la realidad social, persiste el estigma social y la discriminación en la vida cotidiana; y, en casos extremos, se llega a los crímenes de odio en contra de miembros de las poblaciones sexo-diversas.

En México se logró a finales de 2022 que todas las entidades federativas aprobaran el matrimonio igualitario. Tuvieron que pasar más de 12 años para que los 32 congresos locales entendieran que las personas LGBTI+ no deben ser excluidas de los derechos derivados de la unión civil. Hubo resistencias, tanto de partidos de derecha como de izquierda que develaron prejuicios culturales heredados de visiones retardatarias.

Las consecuencias de esos prejuicios generan odio social contra las personas LGBTI+ que se materializa en exclusión laboral, en bullying escolar, violación de derechos humanos en espacios de justicia y de salud, además de violencia simbólica en redes sociales y algunos medios de comunicación.

Todo ello es incentivado por discursos de líderes religiosos, políticos o de activistas conservadores y antiderechos, que con su ignorancia y prejuicios legitiman el odio social en contra de las poblaciones de la diversidad sexual.

Datos y retos

Es por ello que la efeméride del 17 de mayo es relevante para los colectivos LGBTI+, pues recuerda los motivos que tuvo la OMS para eliminar a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales e invita a celebrar con actos cívicos los logros obtenidos en materia de reconocimiento de derechos.

Al mismo tiempo, es la oportunidad para denunciar la discriminación o violencia en contra de 5.5 millones de personas que representa la diversidad sexual en México, según el último censo del INEGI en 2021.

De acuerdo con información de la organización civil Letra S, en los últimos cinco años han sido asesinadas 453 personas identificadas como LGBT: 92 en 2018; 117 en 2019; 79 en 2020; 78 en 2021 y 87 en 2022.

Tan sólo en el último año, en promedio, cada mes se han registrado siete crímenes de odio por LGBTIfobia, pero si se toma en cuenta que existe un subregistro, el dato podría llegar a las 200 víctimas en 2022.

Otros focos rojos en las poblaciones de la diversidad sexual, sobre todo en los hombres que tienen sexo con hombres y en las personas que viven con VIH, son el desabasto de medicamentos antirretrovirales y la epidemia del Mpox que ya registra más de 4 mil casos y ha dejado cuando menos a 26 hombres gays sin vida, sin que el gobierno federal compre y aplique vacunas.

Ante este panorama, hay un activismo minoritario, denunciante, independiente, crítico y propositivo. Ese activismo es el que cuestiona a los comités organizadores de la Marcha del Orgullo de la Ciudad de México que intentan venderla al partido en el poder o a líderes políticos que anhelan hacer del movimiento LGBTI+ un asidero de clientelas para legitimar a la cuarta transformación, y que a decir de activistas, ha reciclado logros del pasado sin verdaderamente hacer políticas públicas que den continuidad a los avances logrados hasta antes del 2018 para garantizar la progresividad de derechos en favor de las poblaciones de la diversidad sexual.

* Activista pro derechos humanos y periodista independiente.

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