Orgullo LGBT
Guillermo Osorno Al Rescate Del Memorable El Nueve
Por Fabián Polanco
@fabiancpolanco
La historia artística y cultural de la ciudad de México de mediados de los años 70 hasta finales de los 80 no pudo haberse consolidado ideológicamente sin la existencia de El Nueve, centro de divertimento que, a pesar de haberse creado como una opción de encuentro para homosexuales, se convirtió en una de las ventanas en la que tuvieron cabida lo mismo artistas visuales, como cineastas, actores y cantantes, como María Félix, Alex Lora, Pita Amor, Rubén Figueroa, Café Tacvba, Maldita Vecindad y Alaska, entre otros.
El periodista Guillermo Osorno así lo cree, por lo que durante varios años se dedicó a explorar, conocer y registrar esta realidad pasada a través del libro Tengo que morir todas las noches, una crónica de los ochenta, el underground y la cultura gay (Debate, México. 2014); en el que realizó una crónica de la historia social de la Ciudad de México, abordando de manera directa a la comunidad gay y la contracultura que se vivió en ese entonces.
Este libro, después de muchos años de negociación y realización dio pie a la creación de la serie homónima, dirigida por Ernesto Contreras y Alejandro Zuno; protagonizada por José Antonio Toledano; David Montalvo; Silvia Navarro y Humberto Busto; la cual ha provocado gran impacto, ubicándola al mismo nivel de otras alusivas como Queer as Folk.
Además de El Nueve, que se encontraba en la calle de Londres, en la Zona Rosa, la figura protagonista de este libro es Henri Donnadieu, un francés prófugo de la justicia de su país, responsable de abrir este histórico bar, que muchos comparan como el también legendario Studio 54, en New York.
El Nueve fue un espacio para bailar y pasar el rato, pero también escenario de performances y donde se dialogaba sobre cine, cultura, política y demás.
“Lo que más me ha interesado en estos días sobre el libro es la reacción de la gente joven. Lo que he visto es que el libro les relata una historia que los ayuda a ver dónde están y cómo es la ciudad en la que vivimos. Creo que esa es la mayor justificación de este libro”, dijo Guillermo Osorno, con quien tuve esta entrevista al momento de lanzar el libro en 2014.
Tiempo después, hubo otra oportunidad de conversar sobre su visión de la vida gay en la Ciudad de México; la que que sería utilizado para un proyecto documental cinematográfico, que quedó trunco. A continuación, una selección de lo mejor de ambas entrevistas.
¿Cómo surge la idea de escribir un libro sobre el bar El Nueve?
Yo trabajaba como editor en la revista DF Travesías y se hizo referencia de Henri Donnadieu en un artículo que se hizo sobre la vida nocturna en la ciudad de México, en la que se recordaban los tiempos de gloria de El Nueve; pero no se tenían noticias sobre el destino de Donnadieu. Hasta que por un amigo en común tuve noticias de él y al ir a visitarlo, lo encontré en un restaurante en la zona cultural del Bosque de Chapultepec, donde tiene un restaurante, y estuvimos conversando sobre El Nueve y me di cuenta que la historia era mucho más grande de lo que yo pensaba.
Era una historia con mucho chiste y que abarcaba toda una época. Entonces me puse de acuerdo con Henri para poder entrevistarlo todos los miércoles y quedó como un primer esqueleto de la historia, pero si me tardé varios años en escribir el libro porque, en primer lugar, eran muchas entrevistas y después porque había que entender qué clase de historia era la que quería contar, pues al escribir sobre Henri Donnadieu, lo iba a hacer también sobre una generación.
¿Cuáles fueron los principales retos al realizar este libro, en lo referente a la investigación?
El principal reto fue más bien de composición. Sobre cómo contar la historia, como manejar al personaje principal, que no estaba todo el tiempo dentro de los momentos de la historia que me interesaba, y cómo abarcar los aspectos que interesaban, en particular los aspectos sociales y políticos de la ciudad y tomar el pulso de una época y eso fue un reto de composición. Además, el libro no inicia contando estos aspectos, sino conmigo mismo, lo cual le añade un nivel más de comprensión.
¿Y cuáles fueron los pros y contras de escribor un libro de temática gay en un país con prejuicios en torno a la diversidad sexual?
No tuve ninguna restricción; todos los editores lo entendieron desde el inicio. El libro además se lo enseñé a algunos escritores amigos míos y también pasó esa prueba. Y al momento del lanzamiento resultó sorprendente el recibimiento que le dio la gente, al grado de que se fue a reimpresión a dos semanas de haberse lanzado a la venta. Me llegan mensajes de gente de mi generación y de personas más jóvenes, quienes agradecen que se haya abarcado una etapa descuidada hasta cierto punto, dentro de la historia de México. Hacía falta una historia así por contar.
Conociste El Nueve, ¿cuáles fueron tus primeras impresiones y qué recuerdas de ese lugar?
Yo estaba saliendo del clóset y no conocía ningún bar en la ciudad de México, y de hecho no conocía tampoco a ningún gay; entonces me lancé a caminar la ciudad para ver qué respuestas me tenía sobre esas inquietudes, y fue así como dos años después llegué a El Nueve, del cual ya había escuchado, pero no sabía dónde estaba. Llegué ahí como inspector de bares, porque estaba trabajando en una huelga de la universidad; y esa noche regresé y me encontré con un lugar que cumplía el mito que se había hecho de él y conocí a un grupo de gente. El Nueve era una especie de escuela para ser gay, pues uno iba ahí no sólo a ver qué se ligaba, sino a aprender.
Luego, el bar tenía la ventaja de que ahí se discutían películas, o se mostraba el arte, lo cual le daba la característica de una comunidad, un lugar de aprendizaje.
Desde que salió el libro ¿se han acercado personas para contarte sus historias en El Nueve?
Eso ha sido parte del éxito del libro también. Además de que he recibido nuevas anécdotas sobre el lugar, he procurado mantenerme en la línea narrativa firme, pues de no hacerlo, en lugar de novela tendríamos una enciclopedia en donde se conjuntara todo lo que sé ahora sobre el lugar. El plan era no salirme del plan trazado; además de que por estas historias han pasado miles y miles de personas; una historia reúne a muchas de las demás.
Sin embargo, en la reimpresión hubo posibilidad de corregir algunos nombres de personas, grupos, aunque siempre saldrán cosas. Pero como es un libro que atañe a la memoria colectiva, siento que el libro se va autocorregir en el sentido de que los demás van a contribuir a hacer más fina y precisa la historia.
¿Cómo concibes actualmente la vida gay en la Ciudad de México?
Creo que hay mucha diversidad. No puede haber nada como El Nueve, porque fue un bar que obedecía necesidades de la época. Hoy día no son los mismos; y hay lugares que no me gustan. La gente no piensa igual y ahora las preguntas son distintas.
¿De dónde nace el título del libro?
Tiene que ver con una entrevista con Henri Donnadieu, en la que me dijo que tenía que morir todas las noches para renacer al día siguiente.
¿Qué edad tenías cuando te diste cuenta de tu orientación sexual? ¿Qué fue lo que te motivó a hacerla publica?
Mas bien masiva y no pública masiva. En una ocasión, regresando de un viaje, hablé con tres o cuatro amigos con los que tenía una relación muy cercana y les dije lo que estaba sintiendo. Y en ese momento, percibí mucha solidaridad de ellos. Y poco a poco me fui abriendo a mi familia y a mi entorno.
También, tomar la decisión de escribir un libro de temática gay fue una manera todavía más pública de salir del clóset, porque ahí sí estás tomando una postura frente a un tema y estás haciendo algo que te saca necesariamente ante el resto de la sociedad. Y eso, curiosamente, me daba más miedo que simplemente decirles a mis amigos o cualquier otra cosa.
Yo era muy amigo de Carlos Monsiváis, y él tenía esta idea de que uno no debía hablar sobre estos temas, sobre uno mismo. No debía personalizarlos, sino que debía hablar como en general, sin atribuirlos a mi persona. Por supuesto, Monsiváis era muy criticado por eso.
No es que Monsiváis estuviera dentro del clóset, pero nunca lo hizo de una manera tan pública como ahora ya se hace normalmente.
¿Hubo alguna diferencia en la reacción entre amigos y familiares al salr del clóset?
Antes de lanzar el libro Tengo que morir todas las noches, sí. Yo soy el más chico de una familia muy grande, y mis hermanas eran como otras mamás. La diferencia de edad era grande, y ellas tenían mucho cariño y aprecio por todo lo que yo hacía, y me cuidaban mucho. A mis hermanas les costó más trabajo esta salida del clóset. Recuerdo haber tenido discusiones y momentos difíciles, momentos de tensión familiar.
Es curioso, pero es un tema que sigue provocando reacciones de distintas formas. ¿Y valió la pena?
Sí, valió muchísimo la pena. Yo creo que lo que me interesaba en el libro era mostrar que lo gay estaba menos en el margen y más al centro de la vida cultural y política en México y que nada más no se había hablado, no se había hecho esa construcción. Pienso que es un documento interesante para las nuevas generaciones.
¿Existe un movimiento gay en México?
Existe un movimiento gay ahora y existía un movimiento gay antaño. Pero hay enormes diferencias; se han ganado muchas batallas y hoy el movimiento gay enfrenta otro tipo de dilemas. Por ejemplo, transexuales, travestis y todo lo que está inter es lo que está ahora a la vanguardia del movimiento y lo gay como tal ha ganado muchas batallas. Cuando yo era chico, y se cuenta en el libro, la policía te podía detener simplemente por tu aspecto amanerado. Y se hacían razias en los bares y no había este concepto de derechos humanos, bueno, ni existía.
¿Has sufrido algún tipo de discriminación?
Sí. Es difícil decirlo, pero nunca me lo han dicho directamente, pero profesionalmente una vez que decides salir del clóset y escribir un libro sobre la vida gay en la Ciudad de México, te encapsula en algunos guetos. Y entonces siento que me cuesta más trabajo hablar de política o de otras cosas que también me interesan y que la gente no presta tanta atención, porque quieren saber sobre el tema que escribí.
¿Te sientes representado dentro de la llamada comunidad LGBT?
Sí me siento representado y me interesa mucho ser solidario con algunas de las causas. Me siento muy solidario, por ejemplo, con el tema transexual. Todo este movimiento para que tengan documentos, el tema de los baños, que tengan una vida normal, aceptada, que no tengan que dedicarse a la prostitución necesariamente, que puedan ser parte de compañías grandes y globalizadas. Me parece un gran logro.
¿Qué le dirías a alguien homofóbico o que discrimine?
Que es un ignorante o que tiene miedo. Yo creo que todas las fobias son producto de algún temor, pero que no hay nada amenazante, que todos somos distintos y que la sexualidad es solamente una de las expresiones de lo que yo soy. También soy escritor, también soy periodista, también soy hombre soltero, en fin, muchas otras cosas.
¿Es suficiente lo que el Estado ha hecho para erradicar la homofobia y la discriminación en el país?
No, los números de Conapred son aterradores. Cada vez que presenta un informe acerca de la discriminación, la comunidad gay sale súper apaleada.
¿Qué es lo que se tendría que hacer como ciudadano para poder dar apoyo y solidarizarse con este movimiento?
Hay dos maneras de hacerlo. Obviamente, hay dos públicos. Uno es el público gay y el otro es como el público en general. Al público gay hay que empoderarlo y darle las herramientas para que todos podamos ejercer nuestras preferencias sexuales de manera abierta, cómoda y libre.
Y al resto de la gente, a la iglesia católica, a los más radicales, quiero decirles que no hay ningún problema. Somos distintos, pero también somos parte de un mismo país, de una misma comunidad. Hay muchas otras cosas que compartimos y no somos una amenaza de nada.
¿Cómo ves la vida gay en México en el futuro?
Está difícil. Yo creo que hay un trabajo muy grande que hacer en los estados. Creo que hay mucho que hacer. Hay que educar a la gente. Educación, educación, educación.
Ante la falta de apoyos para la detección de VIH y entrega de medicamentos en personas portadoras del virus, ¿cuál es tu opinión?
Es una incógnita tremenda. No acabo de entender la política de Andrés Manuel López Obrador de suspender el apoyo a las organizaciones de la sociedad civil, porque no todas son iguales, hay organizaciones que desempeñan un papel crucial en una cadena de servicios que dan ellos y dan el Estado; entonces me parece una decisión terrible. Es una decisión que hay que repensar y que estas organizaciones deberían ser todavía más vociferantes y con mayor enjundia defender el trabajo que han hecho, porque es un trabajo profesional y muy necesario. ¿Estamos viajando al pasado? Estamos llegando a un momento muy extraño. Yo creo que en eso sí, estamos en el pasado.
La democracia necesita organizaciones de la sociedad civil para poder representarse y tener una voz y un juego. Lo que pasa cuando quitas estos intermediarios es que se queda el Estado frente al individuo y la diferencia de poder entre el individuo y el Estado es gigantesca. Se hace una brecha de poder todavía más grande.