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A 25 Años del «Secreto en la Montaña»

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Fabián Polanco | @fabiancpolanco

De tiempo en tiempo surge en el panorama cinematográfico una película destinada a producir la controversia, y casi siempre se debe al hecho de que su contenido pone en la discusión algún tema espinoso del se habla a media voz, o de plano no se asocia con el cine de entretenimiento.

Ang Lee es el director que en su momento creó una cinta con esas características: Secreto en la montaña (2005), que el próximo año cumplirá dos décadas de su estreno.

Desde varios meses antes de su lanzamiento, cuando se hablaba de ella, uno repetía el título en inglés: Brokeback Mountain, que es un sitio maravilloso en el estado de Wyoming y que se convierte en el escenario de la historia de dos vaqueros, que comienzan en 1963 una relación afectiva que, aun cuando no tiene futuro, se establece a contracorriente y se extiende por varios años.

Todo esto con el dolor y el desconcierto de estos personajes, que no pueden hacer un pronunciamiento de su orientación sexual, porque en su medio social no hay reglas para aceptar una relación sentimental entre dos varones.

En tiempos de su estreno y con todos los premios y reconocimientos que obtuvo, esta película se perfiló como una creación cinematográfica para la historia, atrayendo a varios espectadores que se sentían retratados en los personajes que encarnaron Heath Ledger y Jack Gyllenhaal, posicionándose desde el primer momento como emblemática para el movimiento gay dentro y fuera de Estados Unidos.

Hubo tal calidad artística en el trabajo del director y sus principales actores, que el público se sensibilizó con el enfoque humanista, que tiene su raíz en el cuento corto de Annie Proulx, que adaptaron el autor de novelas del oeste americano Larry McMurty, y Anna Hosanna.

Hubo una legitimidad artística, y por ello los elogios fomentaron el apoyo de espectadores de todas las tendencias. Las críticas favorecieron lo mismo a Ledger y a Gyllenhaal; y también a las actrices Michelle Williams y Anne Hathaway, como las mujeres que necesariamente, por imposición social, son las compañeras de esos dos vaqueros que descubren “el amor que no se atreve a decir su nombre”, como dijo Oscar Wilde.

Pero en ese cuadro de gran cine también hubo un artista involucrado en el éxito y acierto de Secreto en la montaña: es el fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto, poseedor ya de una serie de trabajos que lo acreditan a nivel internacional.

La montaña Brokeback del título original, es un escenario que la cámara de Prieto revivió en la pantalla con gran colorido y una densidad melancólica, que acentuó la música del argentino Gustavo Santolalla, siempre al servicio del relato que ofreció Ang Lee, un cineasta de Taiwan afincado en Estados Unidos, quien con este título demostró la versatilidad que lo llevo a conquistar cinéfilos diversos.

Él tenía como antecedente otra película de temática gay, la comedia Banquete de bodas, que nada tiene en común con Secreto en la montaña, que fue objeto de muchas discusiones entre grupos sociales conservadores de Estados Unidos, que pretendieron cortar el camino hacia el triunfo total de esta película, lo cual no consiguieron.

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