Biografías
Henri Donadieu: Leyenda Viviente de la Cultura Gay en México
Por Fabián Polanco | @fabiancpolanco
Al hablar de la cultura gay en la Ciudad de México y en todo el país, mencionar el nombre de Henri Donadieu es más que obligado; siendo este Doctor en Ciencias Políticas, promotor cultural, productor teatral, publirrelacionista, apasionado de la gastronomía, escritor, anfitrión nato e icono de la contracultura base principal de esta historia.
Prueba de ello es la reciente realización de la serie «Tengo que morir todas las noches», dirigida por Ernesto Contreras y Alejandro Zuno; basada en el libro homónimo de Guillermo Osorno, en el que se hace un recuento de El 9, disco bar y centro cultural creado por Henri y su socio Manolo Fernández, abierto en su primera etapa de 1977 a 1989; y en la segunda en 2018, cerrando sus puertas a consecuencia de la pandemia; siendo un espacio libre de prejuicios cuyo ingrediente principal era la presencia y apreciación de diversas disciplinas artísticas fusionadas con diversión.
Henri Donadieu publicó su autobiografía «La noche soy yo», en la que este aventurero francés que huía de la justicia de su país, asentándose en México a finales de la década de los setenta, cuenta su historia permitiéndonos ver que su vida es una verdadera aventura.
“Cuando se reabrió El 9 en esta nueva etapa, el concepto regresó en un panorama completamente distinto, empezando por el cambio drástico que ha tenido la Zona Rosa, que hace más de 42 años, cuando abrió en la calle de Londres, era una zona casi de alcurnia.
“El lugar era un lugar de esparcimiento, ubicado en un lugar donde estaban las mejores tiendas de la Ciudad de México y era un lugar muy fácil de llegar. Hoy en día, han desaparecido muchas cosas de esta Zona Rosa de los años 80 y esos lugares de ligue de ese entonces, como el Sanborns y el Vips del Ángel. Ya no queda nada.
¿Cómo ves a la actual comunidad gay?
Hay una diferencia enorme de lo que era hace 40 o 30 años a lo que es ahora. Hay un lado positivo y un lado negativo. El lado positivo son las conquistas a nivel de legislación, a nivel de derechos del ser gay. Existe un reconocimiento a la diversidad sexual. Siento que, siendo minoría, es muy importante ser aceptada por la mayoría.
Sin embargo, siento que ser gay es de uno y le debe interesar a uno mismo y a nadie más. Cuando abrí El 9 lo hice queriendo abrir la comunidad gay a todos los estratos de la sociedad. De hecho, en El 9 de antes iba todo tipo de gente y la consigna era el respeto entre todos. Si el gay le faltaba el respeto al hetero, no podía entrar; y si el hetero faltaba al respeto al gay, igual. Siento que, de alguna manera, había abierto un poco la sociedad gay a toda la sociedad.
Yo nací en 1943 y desde mi juventud fui criado para el estigma del gueto rudo de la Segunda Guerra Mundial. Entonces yo siempre he estado en contra de todos los guetos, sea lo que sea. Siempre he puesto por delante de mi vida la libertad de ser, de hablar, de moverme. Y la verdad, quizás por ser francés, nunca he sufrido por ser homosexual. Sé que en México la realidad era y es todavía muy distinta. Eso yo lo entiendo.
¿Tú crees que existe un movimiento gay en México?
Sí existe un movimiento gay. Y diría que existe un movimiento gay muy fuerte. Hay lo que yo llamo los luchadores de los primeros años, gente que yo admiro mucho y que nos acercó la lucha contra el sida. Hoy en día, a nivel político hay un movimiento gay muy fuerte que se está organizando, que se está estructurando y que sí ha logrado mucha conquista. Pienso que la Ciudad de México está en la vanguardia a nivel mundial de las conquistas de los derechos de la diversidad sexual.
¿Crees que existe división entre hombres y mujeres gay?
Siempre ha existido. No deberíamos, porque al final de cuentas somos iguales, pero de repente sí hay un poco de división. Yo la verdad, como me llevo bien con las lesbianas, trato de llevarme bien con todos. Pero de repente hay un poco de fricción. Más que todo es cuestión de carácter.
¿Y discriminación entre el colectivo?
Yo veo, por ejemplo, en la Marcha Gay siempre hay fricción, siempre hay lucha de poder, pero eso es normal. En cualquier sociedad y en cualquier organización siempre va a haber lucha de poder para tener las riendas.
¿Y existe la amistad entre la gente del colectivo?
Existe la solidaridad, si no están peleadas entre ellos. Pero sí hay mucha solidaridad, la verdad.
¿Tú crees que es suficiente lo que el Estado está haciendo hoy día en favor de la comunidad?
Pues hay que reconocer que hay un avance enorme. Yo pienso que debería haber el matrimonio ya legalizado en todos los estados, no nada más en algunos. Hay todavía mucho progreso por hacer, pero yo pienso que estamos en un camino adecuado y que las cosas poco a poco van a progresar de manera satisfactoria.
¿Qué es lo que se debe de hacer como ciudadanos para tener esa aceptación del movimiento gay en México?
Yo pienso que todo empieza por el respeto. Nos tenemos que respetar unos a otros, tratar de ser organizados, de tener una propuesta también cultural, una propuesta social. Por ejemplo, con Samantha Flores García hemos inaugurado, hace unos años, la primera casa de retiro para adultos mayores LGBT. Hay muchas cosas sociales que hay por hacer todavía y lo que me preocupa es que han quitado todos los subsidios y toda la ayuda a las organizaciones civiles más a los que luchan contra el sida, que no está erradicado. Yo pienso que tenemos que estar todavía muy despiertos y activos para ayudar a la gente que necesita ayuda”.
¿Cómo será la Comunidad Gay en el futuro?
Yo lo que pienso y deseo es que la comunidad cada vez se unifique más, que haya más entendimiento, que haya lucha. Yo estoy fascinado con el fenómeno de las drags. Para mí, hoy en día, el underground en esta ciudad son las drags, con ese sentido creativo, ese sentido artístico, ese sentido de crear personajes distintos a lo que es uno. Estoy entusiasmado con este fenómeno.
¿Qué edad tenías cuando te diste cuenta de que eras gay?
Desde que tengo la edad de razón, y la tuve muy temprano porque fue un niño precoz, desde los tres años. Me daba cuenta de que me gustaban los hombres. De hecho, mi abuela me llevaba al cine de mi pueblo, porque nací en la campiña francesa, y recuerdo que, desde los tres, cuatro años, veía a los actores en la pantalla, nunca veía a las actrices. Siempre me he sentido muy normal, no me he sentido distinto. Me crio mi abuela, que estaba fascinada de tener un niño un poco afeminado, casi niña, y como ella no quería mucho a mi papá, pues ella estaba fascinada, la verdad.
¿Qué tan seguro te sientes en México?
Abrimos El 9 casi al mes y medio de haber llegado a México y conocía México como turista y no conocía el verdadero México. Pienso que fue inconciencia mía abrir un lugar diferente, cuando había mucha represión, cuando había mucho abuso de parte de la policía. Pero quizás he tenido suerte. He sido un hombre de mucha suerte toda mi vida. Nunca tuve problemas, nunca.
¿Cómo te sientes de haber dejado todas las aportaciones que has hecho al colectivo gay?
Voy a ser sincero. Yo soy doctor en Ciencias Políticas. Obtuve mi doctorado por una tesis, cuya conclusión era que, para que la gente llegara a la cultura, habría que darle un poco de diversión. Cuando abrí El 9 tomé al revés mi conclusión: para que la diversión perdure, hay que dar un poco de cultura a la diversión.
Y la verdad, yo hice las cosas sin pensar, porque siempre he sido un poco inconsciente toda mi vida. Yo soy de impulsos, vivo el día, soy hecho en el pasado, pero no pienso en el futuro. Y la verdad, más que todo, con los 13 años que duró El 9 pues me di gusto y plasmé muchos sueños, muchas utopías que tenía en mi cabeza las pude hacer, con algo maravilloso que creé, que se llamó La Kitsch Company, que fue una compañía de teatro dentro de El 9 y plasmé todas mis fantasías y fue algo maravilloso, pero nunca pensé que iba a prosperar y que, con los años, se iba a convertir en lo que se ha convertido hoy en día El 9, la verdad.
Tuve la suerte de ser parte un poco del Studio 54, porque tuve la suerte de ser amigo de Andy Warhol, de pertenecer a su equipo. De hecho Warhol, a Manolo Fernández, que era mi socio, y a mí nos llamaban los petroleros de México. Yo conocí muy bien el Studio 54, que marcó también a Nueva York. Era enorme. Iba gente del mundo entero, había arte, había mucha gente de la cultura. En El 9 creo que llegó todo México, desde arriba hasta abajo, porque para entrar no se necesitaba credencial. Lo único que se necesitaba era tener actitud. No se necesitaba ser elegante, ni nada.